La garantía mayor para crear o mantener una central única reside siempre en el progreso político de nuestra clase; ahora bien, bajo condiciones políticas adversas, a la vez que se buscan las formas posibles de unidad de acción, hay que persistir en el objetivo de la unión sindical, ya que ésta responde a las necesidades elementales de la inmensa mayoría de los trabajadores, tanto más cuando aquí el capitalismo monopolista condena permanentemente al paro a un porcentaje de trabajadores comprendido entre el 10% y el 20% de la población activa, los subsidios sólo cubren a una parte de los parados, el salario real es bajo, no existe una política de bienestar social comparable con la de los países europeos más avanzados, etc. En particular, es importante que los marxistas aprendamos a no impulsar nunca más la escisión sindical, practicada a comienzos de los años 30 por el PCE y, a comienzos de la transición, por el PTE y la ORT; a promover incansablemente la vida democrática en el sindicato en vez de trabajar en círculos reducidos; y a ganar una posición dirigente gracias a lo acertado de nuestra acción y no por otros recursos.

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