Este año se conmemora el 70 aniversario de la derrota del nazismo en la Segunda Guerra mundial. Aunque en España, en 1945, nos quedó una "muestra" en forma de régimen franquista, en aquel año se logró aplastar el Eje fascista germano-italiano-nipón que estuvo a punto de consolidar su dominio en buena parte del mundo.

Esta victoria se consiguió tras la mayor guerra que ha conocido la historia. Su costo fue cincuenta millones de vidas. Varias generaciones quedaron marcadas por el recuerdo de los horrores de lo que sucedió en los campos de batalla, en los países ocupados, en los campos de exterminio de los nazis o los fascistas japoneses.

El mundo se partió en dos. De un lado, el fascismo; del otro, el resto de la humanidad. Países grandes y pequeños, países pobres y ricos, países capitalistas y la URSS, comunistas y conservadores, ateos y creyentes, gentes de todo tipo se unieron en la batalla contra el fascismo que se desarrolló en cuatro continentes.

A pesar de los costos de todo tipo que acarreó aquella guerra, las fuerzas históricas que se pusieron entonces en marcha para combatir el fascismo cambiaron el aspecto del mundo. Muchos regímenes socialistas y movimientos de liberación nacional se forjaron durante la guerra. El viejo colonialismo europeo agonizaba tras el conflicto. El fascismo fue quien buscó la guerra y la desencadenó, pero el resultado final fue positivo para las fuerzas progresistas. En particular, el movimiento comunista internacional salió triunfante y fortalecido aun a costa de muchos sufrimientos. La Unión Soviética decidió el desenlace de la guerra en el frente europeo y cargó con el mayor peso en pérdidas humanas y materiales. Los comunistas chinos contuvieron la expansión japonesa en Asia. En Yugoslavia, Albania, Grecia, Italia, Francia y muchos otros países los comunistas fueron la punta de lanza de la resistencia. Los españoles, con sus tres años de experiencia militar, contribuyeron sobre todo a la liberación de Francia.

Celebrando la victoria de 1945 debemos apuntar al presente y a las nuevas amenazas que se levantan contra la humanidad. Ya las bombas de Hirosima y Nagaseki, a la vez que cerraban aquella guerra con una última carnicería, eran una siniestra advertencia para el futuro. La historia muestra que es mejor evitar la guerra cuando aún es posible. La pregunta clave sobre el inicio de la guerra mundial es: ¿no hubiera sido mejor que las fuerzas que al final se unieron para derrotar el fascismo se hubieran unido para evitar que Hitler, Mussolini y Tojo desencadenasen su agresión? ¿No es mejor un frente por la paz que derrote a los belicistas "antes" y no "después"?

Otra lección que sacamos de 1945 es que por difícil que sea la situación y por más sacrificios que cueste la victoria, los que se oponen a las aspiraciones de la inmensa mayoría de la humanidad acaban siendo aplastados. El fascismo era el mayor enemigo de la libertad, de la paz, del bienestar de la gente de todo el mundo. A pesar de que parecía imbatible, cuando esa inmensa mayoría se unió, el eje fascista fue barrido.


En artículos anteriores hemos situado como uno objetivo estratégico  la conquista de una democracia de nuevo tipo. ¿Qué es, entonces, este tipo de democracia?

Es un Estado que representa el poder de la alianza entre las clases trabajadoras y otras clases sociales, con la clase obrera como fuerza dirigente, y que es capaz de resolver, en unos casos, o empezar a hacerlos, en otros, las grandes contradicciones o grupos de contradicciones de distinta naturaleza.

En relación a las  tareas que dicha democracia debe solventar, sugerimos un programa general que en su estado actual de elaboración consta de quince puntos.

Consideramos que este programa responde a los intereses de la clase obrera y es, al mismo tiempo, compatible con los de las demás clases opuestas en mayor o menor grado a la burguesía monopolista y al imperialismo.

1- El Estado debe reflejar los intereses comunes de  tres clases fundamentales: proletariado, pequeña burguesía y burguesía media. La clase obrera es la única que está en condiciones de ser la fuerza dirigente del Estado.
2- Es preciso desarrollar las formas de democracia representativa del actual régimen para asegurar tanto la participación y educación política del pueblo como una centralización adecuada de las decisiones políticas. En particular, debe adoptarse la forma republicana de gobierno por ser la que mejor encarna el principio de soberanía popular. Esta organización del poder debe ser completada con otras formas democráticas de base en las empresas del sector social y en otros terrenos. Unas condiciones eventualmente desfavorables en la instauración de la democracia de nuevo tipo, así como la concreta configuración del poder real en tal situación no invalidarían en ningún caso este objetivo.

3- Hay que garantizar el derecho de  autodeterminación a las nacionalidades periféricas. Entendemos que, practicando una efectiva cooperación basada en la igualdad nacional, prohibiendo todo acto que atente contra este principio, organizando federalmente el Estado y ampliando en este marco las atribuciones de que hoy gozan las autonomías de base nacional, se podrá responder a los intereses y aspiraciones mayoritarios, poner en juego todo lo que hay de positivo en la existencia de España como país plurinacional y materializar el derecho de autogobierno.

4- Es indispensable un ejército permanente totalmente compenetrado con el pueblo, al servicio de la independencia y soberanía de España, cuya doctrina sea la de la defensa popular ante una amenaza exterior, y que no dependa de otros países en cuanto a lo esencial del armamento.

5- La Iglesia católica debe quedar desvinculada del Estado, autofinanciarse y acatar estrictamente la legalidad democrática. La libertad de práctica religiosa y la igualdad entre los distintos credos tienen que estar aseguradas.

6- Los organismos estatales y sus funcionarios tienen que estar al servicio del pueblo que los debe fiscalizar mediante los organismos de poder del mismo nivel y las formas de democracia de base en las entidades económicas, educativas, sanitarias, etc. Transformación de la administración del Estado encaminada a simplificar su organización, evitar el solapamiento entre organismos que hoy existe a cada nivel o entre los centrales y locales, acabar con la mentalidad y práctica corporativistas, elevar su eficiencia y adecuarla a las exigencias cambiantes y a las crecientes demandas sociales. Adopción del sistema de nombramiento y revocación de funcionarios por los organismos representativos de cada nivel.

7- El Estado no debe ceder parcelas de soberanía a otros países, debe recuperar las que se hayan perdido -Gibraltar, bases extranjeras, tratados militares desiguales- y renunciar a los viejos asentamientos en el norte de África  resolviendo adecuadamente los problemas que ello ocasione a la población. En política exterior, tiene que guiarse por los cinco principios de la coexistencia pacífica en sus relaciones con los demás Estados (respeto recíproco de la soberanía y la integridad territorial de todos los Estados, solución de todos los conflictos internacionales por medios pacíficos, no intervención y no injerencia en los asuntos internos de otros países, igualdad y provecho mutuo en las relaciones, abstención de actos o amenazas de agresión o empleo de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia de un país); y asimismo debe contribuir a la preservación de la paz mundial, renunciando al recurso de la guerra excepto en caso de legítima defensa, y apoyando los países que sean víctimas de agresión de las grandes potencias; establecer relaciones en pie de igualdad con el Tercer Mundo, sostener las acciones y demandas de éste contra la expoliación económica, el racismo, el colonialismo, el imperialismo y cualquier otra forma de hegemonismo, y, en particular, impulsar la cooperación con Latinoamérica y los países africanos que padecieron el colonialismo español.

En el ámbito de nuestro continente, hay que oponerse al reparto de esferas de influencia entre superpotencias, y hay que luchar, asimismo, por la sustitución de la CEE por un proyecto de integración europea, política y económica, al servicio de las clases populares.

8- La economía debe organizarse principalmente de acuerdo con las necesidades materiales y culturales del pueblo, aunque en una parte de ella siga imperando la acción espontánea del mercado y el beneficio privado. Esto requiere las siguientes medidas, relativas, las cinco primeras, a la propiedad y la sexta, a los objetivos y medios de la política económica del Estado:
  • Socialización, que puede ser parcial en determinados casos, de la propiedad de la banca y demás establecimientos privados financieros y de seguros, de las principales fuentes de aprovisionamiento de energía, recursos mineros y otros recursos naturales, de las empresas monopolistas, las grandes explotaciones agrarias y el suelo urbano, garantizando una justa indemnización a los pequeños accionistas o el mantenimiento de su cuota de propiedad. El gobierno federal o los gobiernos de nivel inferior al federal administrarán, según los casos, este sector de propiedad social estatal o de todo el pueblo, y en él los trabajadores deben tener voz y voto en la marcha y administración de cada empresa. 
  • Mantenimiento de las distintas modalidades existentes de propiedad social colectiva de los trabajadores, como cajas rurales, mutualidades, cooperativas, sociedades anónimas laborales, etc., en el campo y la ciudad. 
  • Mantenimiento de la propiedad privada en los restantes tipos de empresas, así como ayuda estatal para su modernización o para su integración en el sector social, si ésta es la voluntad de sus propietarios. Comités de empresa, elegidos por toda la plantilla, con atribuciones relativas a las condiciones de trabajo y al cumplimiento de las normas legales sobre administración, producción o venta y empleo. 
  • Mantenimiento de la propiedad sobre los medios de producción y sobre la tierra en los casos de los trabajadores autónomos y las explotaciones agrarias familiares, y todo tipo de facilidades si prefieren organizarse colectivamente. 
  • Creación eventual de empresas mixtas entre los sectores antes citados. 
  • La política económica que impulse el Estado debe guiarse por un plan obligatorio para el sector estatal, o para la parte fundamental de él, y un plan indicativo para el resto de sectores -colectivo, privado e individual-. Sus objetivos son: alcanzar un crecimiento sostenido tanto de la producción, acumulación y consumo, manteniendo las relaciones adecuadas entre estos tres factores y entre industria, agricultura, etc., como de los resultados económicos, y tender al equilibrio en los intercambios con el exterior. Es decir, lograr que el mercado empiece a estar regulado conscientemente a fin de cubrir de manera progresiva las necesidades sociales, adaptarse a los cambios de éstas y evitar o paliar los efectos de la turbulencia económica internacional. En la aplicación del plan obligatorio habrá que combinar las medidas económicas -política de precios, salarios, impuestos, créditos, etc.- con las medidas administrativas. Para elaborar los planes y llevarlos a la práctica, además de la labor propia de los gobiernos federal y locales, se precisará contar con organismos representativos de los distintos sectores implicados, tanto central como localmente. 

9- Expropiación de todas las inversiones provenientes de Estados y empresas extranjeras que intenten socavar la democracia del pueblo. En cuanto al resto de inversiones o empresas extranjeras, se debe plantear la recuperación de las que sean vitales para la economía del país, para la defensa o debido a otras razones de interés general, y renegociar en los demás casos sus condiciones de permanencia en España, partiendo de los compromisos contraídos anteriormente, por ejemplo, de la situación en que se encuentre España en relación a la Comunidad económica europea. Aplicar criterios similares en lo que respecta al pago de patentes o de asesoramiento técnico y de gestión.

Promover la investigación científica y técnica mediante el plan para el sector estatal; estimular el desarrollo tecnológico en los sectores de propiedad colectiva y privada mediante el plan indicativo; impulsar la cooperación entre entidades estatales, colectivas o privadas, dedicadas a la producción, la técnica y la ciencia, tales como empresas, universidades, asociaciones científicas, etc., con el fin de ensanchar la base tecnológica propia.

La entrada de nuevas inversiones, la compra de tecnología o el establecimiento de empresas mixtas con capital extranjero deben efectuarse considerando las necesidades e intereses globales del país y no hipotecando el futuro de éste.

10- El sector estatal no debe ser subsidiario respecto de la empresa privada. Su función es la de proporcionar al país los productos y servicios vitales para la economía, la defensa y el bienestar de la población tanto en cantidad como en calidad. Para ello debe elevar su eficiencia, dotando a las empresas de un margen suficiente de iniciativa, responsabilizando a la dirección de éstas de los resultados y aplicando incentivos y sanciones; y actuar como motor de los demás sectores, la innovación tecnológica y las relaciones económicas con el resto del mundo. 
Por otra parte, tanto el Estado como el sector de economía estatal tienen que: 
  • Cooperar en múltiples formas con el sector colectivo, para que éste despliegue plenamente sus ventajas en las actividades en que sea económicamente viable, promoviendo la creación de empresas de este tipo y transfiriéndoles, cuando sea conveniente, bienes socializados. 
  • Facilitar el desenvolvimiento de aquellas empresas y explotaciones agrarias privadas que sean rentables, cubran necesidades sociales o trabajen para la exportación, tengan unas dimensiones, un capital y una técnica adecuados y cumplan sus obligaciones legales, comprando una parte de su producción, encargándoles tareas parciales, estableciendo empresas mixtas, etc., sin caer en la arbitrariedad y la expoliación que son habituales bajo el sistema monopolista. Adoptar un enfoque parecido en lo que atañe a los trabajadores autónomos y pequeños campesinos cuyas actividades les permitan un nivel normal de subsistencia. 
  • Adoptar las medidas necesarias para impulsar la transforma-ción de todas las empresas privadas y explotaciones agrarias no rentables, dedicadas a actividades sin futuro o que no posean las dimensiones, el capital o la técnica adecuados, asesorándolas en cuanto a gestión, reconversión de actividades o tecnología, aconsejando su cooperación o fusión con otras empresas sin modificar el tipo de propiedad o bien promoviendo su organización como propiedad colectiva y dándoles eventual-mente facilidades crediticias o fiscales. En particular, ésta sería la vía más eficaz para afrontar el problema del hundimiento de un gran número de explotaciones agrarias familiares al' como el exceso de pequeños negocios urbanos en varias zonas. 
11- Avanzar hacia el pleno empleo exigiría, partiendo de la situación actual, contener la destrucción de puestos de trabajo en el campo y la ciudad, y lograr seguidamente un desarrollo adecuado de los cinco tipos de propiedad señalados. En particular, es indispensable, primero, cambiar la situación degradada en que se encuentra una mayoría de pequeñas y medianas empresas, tal como se indica en el punto anterior, para estabilizar, sobre todo, los puestos de trabajo existentes en las zonas urbanas; segundo, aplicar un complejo abanico de medidas orientadas a mejorar la agricultura (regadíos, diversificación de la producción agraria, concentración parcelaria en las regiones de minifundio, reparto de tierras poco aprovechadas en la España latifundista, organización en cooperativas de una parte de  las explotaciones familiares, ...), a desarrollar la industria rural (ampliar el campo de actividades de las cooperativas a la elaboración de productos agrarios y a la producción de artículos necesarios para la agricultura y la vida de los campesinos, ...), y a dotar el campo de mejores servicios sociales y comunicaciones, con objeto de fijar una parte importante del excedente humano de la agricultura en los mismos pueblos, cabeceras comarcales y pequeñas ciudades.

La ampliación de la población trabajadora, que significa esencialmente la incorporación masiva de la mujer al trabajo, exige además de resolver los problemas anteriores y alcanzar un crecimiento sostenido de la economía, ir reduciendo la jornada laboral en función del progreso tecnológico, adoptar medidas legales igualitarias, multiplicar las guarderías y otros servicios sociales, realizar una educación persistente para desarraigar prejuicios y ejercer un presión social para vencer discriminaciones.

12- La democracia de nuevo tipo puede empezar a atenuar los desequilibrios territoriales, pero no puede solucionar de raíz este problema, pues la acción espontánea del mercado, incluso restringida, sigue desempeñando un papel importante, y esto entraña una cierta tendencia a la canalización preferente de recursos hacia las zonas más fuertes. Ahora bien, la expansión del sector colectivo, el saneamiento de la empresa privada y las acciones correctoras del sector estatal, además de estabilizar el empleo en las zonas agrarias, deben animar la actividad económica en las regiones deprimidas y permitir, por consiguiente, el comienzo de su recuperación.

En cuanto a las medidas políticas, unas mayores atribuciones a las nacionalidades en el sistema federal dan pie a que éstas puedan aprovechar al máximo sus propias capacidades y esforzarse por corregir las desigualdades que existen entre sus distintas regiones.

Asimismo, la propiedad social del suelo en las zonas urbanas permite establecer una distribución apropiada entre las distintas actividades y abaratar los costes de construcción, y contribuye, por lo tanto, a mejorar las condiciones de vida de la población. 
La propiedad social de los principales recursos naturales, como bosques, montes, aguas, etc., y la extensión de la propiedad colectiva en el campo son dos condiciones de partida indispensables para evitar la actual destrucción de tales recursos y restaurar progresivamente el medio natural del país.

13- Los derechos de expresión, reunión, manifestación, asociación, huelga y representación política tienen que estar garantizados para las clases populares, así como la utilización de locales y medios de comunicación públicos. Los derechos individuales de trabajo, educación, asistencia social, etc. y las garantias ante la acción de la justicia se deben aplicar a todos los ciudadanos sin excepción.

14- En caso de divergencias agudas entre corrientes ideológicas y partidos políticos, en los conflictos entre empresarios y trabajado-res y ante cualquier otra oposición manifiesta de intereses y puntos de vista entre sectores del pueblo o entre éstos y organismos públicos, el Estado tiene que facilitar que los problemas se solventen, partiendo de los intereses comunes a todo el pueblo y puede, dado el caso, mediar entre las partes, apoyar o criticar a una u otra, pero no debe recurrir a la represión a menos que se cometan actividades contrarrevolucionarias, agresiones, destrucción de bienes u otros actos ilegales.

15- El servicio a la España plurinacional y al pueblo; la defensa de su régimen social y su democracia frente a las ideas y prácticas reaccionarias; el reconocimiento del trabajo como única fuente de riqueza; el espíritu de cooperación y de responsabilidad ante la sociedad frente al individualismo desenfrenado y la búsqueda de privilegios; el respeto a los bienes estatales, colectivos y privados legítimos; el apoyo a las lenguas y culturas minoritarias; la promoción de una cultura de base científica; la defensa de los derechos de España en el plano mundial, de su independencia y soberanía, y sus deberes de solidaridad; así como el reconocimiento de los derechos humanos y de los pueblos, según las declaraciones de la ONU, son principios que las distintas clases populares pueden compartir y que deben inspirar la acción del Estado. 

La perspectiva socialista. 

Para los comunistas y trabajadores conscientes la democracia de nuevo tipo no puede ser más que una etapa de transición hacia el socialismo, es decir, hacia un régimen en el que el desarrollo de las fuerzas productivas y de la organización y educación política de la clase obrera permitirán transformar la burguesía en clase trabajadora, eliminar la explotación y los antagonismos de clase, dirigir socialmente la economía en su conjunto y poner en práctica el principio de distribución "de cada uno, según su capacidad; a cada uno, según su trabajo". La propiedad social sobre los medios de producción y cambio más importantes y aspectos decisivos de la política económica serán ya elementos de socialismo en el terreno económico. El papel dirigente del proletariado en el Estado y los consiguientes cambios en la mentalidad y hábitos sociales lo serán también en los terrenos político e ideológico. Por el contrario, no todas las fuerzas políticas y sociales objetivamente interesadas en la democracia de nuevo tipo, como es el caso de la burguesía media, aceptarán de entrada que la sociedad se transforme en un sentido socialista. Habrá, por lo tanto, lucha de clases y resistencias varias a la orientación que siga el nuevo Estado en lo político, ideológico y económico. 

Aun así, el sistema de democracia del pueblo, defendiendo los intereses mayoritarios desde el mismo aparato del Estado e incorporando a una vida política activa a millones de trabajadores, ofrece la posibilidad de amortiguar los conflictos de clase, de evitar que los antagonismos estallen en todos los terrenos, de convencer y educar a las minorías que intenten aferrarse a privilegios irrazonables, siempre que las fuerzas contrarrevolucionarias derrotadas o sus aliados exteriores no consigan ganar puntos de apoyo en el mismo pueblo. Consideramos, por consiguiente, que la democracia de nuevo tipo permite una evolución pacífica hacia el socialismo, si se logra evitar una agresión exterior o la utilización de las divergencias entre las clases populares por parte de las fuerzas dispersas de la burguesía monopolista. 

Pàg.27, després del punt 45 i de la línia 46. Addició d’un punt nou:


- “Determinació per llei del sostre d’endeutament exterior del sistema financer espanyol, cada any o cada legislatura, atenent les necessitats del finançament interior, per evitar la formació de bombolles i contribuir a l’estabilitat macroeconòmica.

Arguments:

1. Si el sobreendeutament exterior del sistema financer espanyol per alimentar la bombolla immobiliària ens ha portat al desastre, i això, gairebé tothom ho reconeix, hem de posar sobre la taula la necessitat d’estendre l’estabilitat macroeconòmica més enllà del control de la inflació o del dèficit públic. De fet, la regulació de l’endeutament exterior bancari seria igualment necessària, tant si la banca és privada, com si és pública o col·lectiva-privada (les caixes-bancs d’ara).

2. Les mesures preses, tant a Espanya com a la UE o les reunions de governadors dels bancs centrals del món (Basilea III), en el sentit d’augmentar fortament les reserves de capital de les entitats financeres, poden ser més o menys útils, però no són cap garantia seriosa, com s’ha vist a Espanya: durant el començament de la crisi, les provisions extra que el Banc d’Espanya havia obligat a fer a les entitats van mantenir la solvència del sistema, però l’augment de l’interès interbancari i de la morositat, la devaluació de les hipoteques i del totxo o sòl adquirit per saldar deutes... han portat el sistema financer o una part a prop de la insolvència.

3. La regulació parlamentària del sobreendeutament posaria en el centre del debat polític el conflicte entre l’interès general del finançament de l’economia i l’interès minoritari de l’especulació financera, i aquesta mesura, el grup parlamentari nostre la pot plantejar.



Pàg.219, punt 721, línia 20. Addició:

- “Dissolució de l’OTAN paral·lelament a la creació d’aquest exèrcit.

Argument: El manteniment de l’OTAN com a estructura de la Guerra Freda no porta més que a una subordinació política i militar dels Estats europeus als interessos dels EUA (Iraq, Afganistan...).

Arran de la ratificació parlamentària de la intervenció espanyola a Líbia, ¿per què ICV no ha denunciat que l’operació en curs contradiu les raons que van fer que ICV aprovés inicialment aquesta intervenció?


Segons l’Argumentari 125 (22/3/2011), les raons d’ICV eren principalment:


- “ICV, d’acord amb la resolució del Consell de Seguretat de les Nacions Unides, dóna suport a l’alto el foc i a l’establiment d’una zona d’exclusió aèria per protegir la població civil líbia [...] ICV només acceptarà les actuacions derivades de la resolució 1973 del Consell de Seguretat de l’ONU”


- “ICV mantindrà una posició especialment exigent i vigilant sobre l’actuació del govern espanyol, que anirà contrastant en funció dels esdeveniments [...] Qualsevol actuació que excedeixi els límits de la resolució 1973, i en particular l’ocupació del territori libi, no comptarà amb el suport d’ICV”


- “Cal garantir el “dret a protegir” la població civil, restituir la pau i donar l’oportunitat al diàleg”.


L’oportunitat al diàleg i la possibilitat d’un alto el foc es van evaporar, sembla, quan, segons els mitjans de comunicació, els rebels, és a dir, el Consell Nacional de Transició de Líbia (CNT), van rebutjar la proposta de negociació presentada a totes dues parts per la Unió Africana (pels volts del 10 d’abril).


Aquest fracàs és un resultat directe del tipus d’intervenció, militar i no militar, en curs: formalment tothom diu que aplica la Resolució 1973 del Consell de Seguretat, però, paral•lelament algun dels governs amb més pes en l’operació, com el britànic, afirmen que el seu propòsit consisteix a enderrocar el govern de Gaddafi, i el nord-americà i també el britànic fins i tot reconeixen que han enviat allà unitats de les seves forces especials. Davant d’això, i com és lògic, el CNT no té interès a negociar cap alto el foc, mentre cregui que l’OTAN, o França o la Gran Bretanya o els EUA, li traurà les castanyes del foc, més tard o més d’hora.


El “dret a protegir” la població civil, en una situació com aquesta, tendeix a subordinar-se necessàriament a l’objectiu principal, encara que no formal, de l’operació, és a dir, o bé l’enderrocament del govern o bé la partició del país, i el bisbe de Trípoli, denunciant desenes de víctimes en els bombardejos contra aquesta ciutat de fa unes setmanes, no feia més que constatar aquesta tendència.


Per descomptat, les forces militars compromeses pel govern espanyol en aquesta operació no han començat a efectuar directament missions d’atac; ara, seria absurd considerar que actuen pel seu compte, garantint simplement la no arribada d’armes a Líbia: formen part d’una operació coordinada per l’OTAN i dirigida políticament pels pesos pesants de l’Aliança Atlàntica, amb les ziga-zagues que deriven dels interessos no coincidents d’aquestes potències en l’Àfrica del Nord.


No és pas el primer cop que una resolució del Consell de Seguretat fa de cobertura d’una operació de control territorial en aquesta àrea: recordem la Resolució 687, de 1990, que va servir per legitimar la primera de les coalicions internacionals successives que s’han muntat i la seva guerra del Golf, una coalició i una guerra, que Iniciativa va denunciar.


¿Quants morts col•laterals més i quanta contrastació més en funció dels esdeveniments necessita ICV per denunciar aquesta nova guerra humanitària?


Ferran Fullà, Agrupació de Sarrià-Sant Gervasi i Sectorial d’Economia i Treball

26/4/2011

La unión del proletariado, de sus sectores más activos es indispensable para conquistar una democracia de nuevo tipo, al ser la clase obrera no sólo la que tiene mayor capacidad dirigente por su situación social, sino la más numerosa. Tal unión se puede concretar en lo sindical, en la acción política en un cierto periodo o, en su forma más elevada, en la formación de un partido unitario.


La unidad de acción proletaria, sobre todo en lo político, es el nervio de la estrategia de los marxistas, pues cuando esta unidad de acción se realiza, las demás clases trabajadoras suelen seguir, también se allana el camino hacia el frente unido, y brota la tendencia hacia el partido unitario. La división de los trabajadores es una condición imprescindible para la subsistencia del poder de la burguesía monopolista. De hecho, en España, un alto grado de unión sólo se ha alcanzado durante periodos breves. Esto subraya la importancia de fortalecer en cada momento las formas más simples de unidad de acción que permitan las condiciones objetivas; y para ello hay que tener en cuenta varios criterios. Primero, enfocar la lucha por el objetivo principal en cada circunstancia, para encontrar un terreno común a las diferentes tendencias y movilizar a los trabajadores no organizados. En segundo lugar, es preciso establecer, siempre que sea posible, acuerdos por arriba, o sea, acuerdos formales entre los organismos dirigentes del conjunto de las fuerzas obreras, ya sean políticas, sindicales u otras. En tercer lugar, es necesario impulsar la unidad de acción por la base si otras fuerzas obreras adoptan una actitud cerrada, antiunitaria, y no se debe esperar simplemente a que cambien de parecer. Ahora bien, en este caso la unión por la base tiene que proponerse también como meta la unión por arriba. Y en cuarto lugar, cuando una fuerza obrera actúa en lo esencial favoreciendo al mayor enemigo del pueblo, hay que combatir a la dirección de esta fuerza, procurando separar la dirección de la base y ganar a ésta para la acción unitaria.


La unión sindical es un importante objetivo en la tarea de unir a la clase obrera. La garantía mayor para crear una central única reside siempre en el progreso político de nuestra clase; pero bajo condiciones políticas adversas, a la vez que se buscan las formas posibles de unidad de acción, hay que persistir en el objetivo de la unión sindical, ya que ésta responde a las necesidades elementales de la inmensa mayoría de los trabajadores, y esto sobre todo es importante en España debido a que la fuerza de los sindicatos aún es muy pequeña y, en cambio, la penuria económica de la clase obrera es muy grande. Las normas que deben guiar aquí la acción de los marxistas son: oponerse al fraccionalismo y a la escisión, promover la vida democrática en el sindicato en vez del trabajo en círculos reducidos, y ganar una posición dirigente gracias a lo acertado de la acción y no por otros recursos.


La integración de los sectores activos de la clase obrera en un único partido es un objetivo que corresponde a la identidad fundamental de nuestros intereses de clase. En España se han dado pasos en ciertos momentos hacia un partido único por dos vías distintas: paralelamente a acuerdos concretos de unidad de acción, como fue el caso del Frente popular de 1936, que dieron pie a la creación del PSUC y la JSU; o bien como fruto de la simple unidad de acción por la base en las CC.OO. de los años setenta, cuando el sectarismo y la impotencia del PSOE llevó a las filas comunistas a una mayoría de trabajadores de ideas avanzadas. En cualquier caso, para hacer posible la creación de un partido unitario cuando se den las circunstancias apropiadas, además de impulsar los movimientos de masas, hay que fortalecer las filas de los partidos y las organizaciones marxistas y defender los principios que son vitales para el progreso de la causa proletaria en cada período.


Si bien es justo reconocer que en el pasado no siempre el impulso unitario partió de los comunistas, no es menos evidente que ninguna otra fuerza obrera puede presentar un balance tan positivo, a pesar de nuestras equivocaciones y divisiones, en todo lo que afecta la defensa de los intereses populares. Por ello es necesario persistir en una posición marxista en situaciones, como la actual, no sólo de limitada incidencia política de los marxistas sin incluso de grave división y marginación.


Sobre los principios vitales en cada período, hay que señalar, por una parte, que su defensa permitió dar los pasos que se han citado hacia un partido único y, por otra, que ahora sólo se puede rehacer la fuerza social y política de nuestra clase, si se impone la comprensión de varios principios, entre los que juega un papel importante el trabajar por la unidad y no por la escisión. Sin duda, el PSOE se ha equivocado durante los últimos años en este y otros asuntos, pero también hay marxistas que han seguido una vía errónea, en uno u otro momento. De ahí que se tenga de persistir en los principios que deciden la orientación política y organizativa fundamental en cada situación, para avanzar hacia un partido unitario o, simplemente, para resolver las divergencias entre marxistas y favorecer la unidad de acción entre las diversas corrientes que hay en la clase obrera. Sobre este particular, cabe decir que en el ámbito español, la confrontación con el PSOE ha sido determinante en lo positivo y en lo negativo. En general, la posibilidad de encontrar un terreno común en lo político e ideológico con la socialdemocracia sólo se ha dado cuando la clase dominante ha prescindido de cualquier asomo de política de colaboración de clase. En el caso contrario, a lo más que se puede llegar es a ciertos pactos puntuales, generalmente en el ámbito local.


En cuanto a la relación entre labor parlamentaria y labor de masas, es indudable que la segunda es la principal y que, cuando prevalece la lucha parlamentaria, la vinculación de ésta con la lucha de masas es totalmente imprescindible. Respecto a la ofensiva y la defensiva, hay que señalar que la relativa fortaleza de la dominación de la burguesía monopolista da lugar a la preponderancia de las situaciones de defensa prolongada para el proletariado, en las que éste, para preservar sus fuerzas, incrementarlas paulatinamente y crear condiciones para la ofensiva, debe atenerse a la táctica de defensa activa, o sea, llevar acabo acciones puntuales y temporalmente ofensivas que desgasten al adversario por sus puntos más débiles.

Cuando la cooperación del proletariado, de sus sectores más activos, se ha impuesto, la causa del pueblo ha avanzado. Cuando han prevalecido la división y el enfrentamiento entre las diferentes organizaciones de la clase trabajadora, únicamente se han cosechado derrotas política y militares. Es un hecho que el acercamiento entre los partidos y organizaciones proletarias en unos casos o, en otros, la unidad de acción de los trabajadores, incluso por encima de las divergencias entre partidos, ha abierto el camino tanto a la unión de las clases trabajadoras como a la alianza con una parte de la burguesía media. En 1917, mientras persistió la cooperación entre UGT y CNT, hubo posibilidades de articular un movimiento amplio contra la monarquía. En 1936, el Frente popular vino precedido de los comités por la liberación de los presos políticos y por la Alianza obrera. Y en los años 60, el movimiento de CC.OO. contribuyó decisivamente, junto con el movimiento estudiantil, a poner en pie los organismos populares unitarios. Es decir, sin el frente único del proletariado, por utilizar los mismos términos de los años 30, no es posible llevar acabo ninguna política de alianzas consistente.



El proceso por el cual los trabajadores van descubriendo su identidad de intereses se ve entorpecido por múltiples obstáculos en sociedades como las europeas. El primero de ellos consiste en la capacidad de la burguesía de ganarse a una pequeña parte de la clase obrera y de neutralizar y dividir a la mayoría mediante una hábil política, en la que se combinan las concesiones con la utilización de las diferencias según categoría laboral, origen nacional, sexo, etc. El minúsculo papel imperialista de España no da pie, en cambio, a que existan aquí intereses comunes entre la burguesía monopolista y una capa significativa de los trabajadores beneficiados por la expoliación de otros países. Se trata de un hecho positivo en la tarea de unir a la clase obrera, en contraste con lo que ocurre en otros lugares de Europa. No obstante, el capitalismo monopolista español, incluso sin tener un espacio imperial propio, crea importantes diferencias en cuanto a salario, empleo, condiciones de vida, etc. A partir de estas diferencias respecto a los intereses inmediatos de los trabajadores, controlando los principales medios culturales y propagandísticos, dosificando convenientemente la represión y las concesiones o utilizando las discrepancias entre las fuerzas obreras, se puede realizar una labor de disgregación de nuestra clase, lo cual, en situaciones de una cierta estabilidad política, es muy difícil contrarrestar, como se constata ahora mismo. Y no sólo es el gran capital español el que promueve la división: también hay gobiernos y partidos de otros países interesados en ella. En los años iniciales de “la transición”, por ejemplo, se dedicaron bastantes esfuerzos y dinero en fragmentar los movimientos antifranquista y sindical por parte de los EE.UU. y la socialdemocracia europea.



Otro factor de división, que no debe menospreciarse, proviene de la influencia ejercida por las restantes clases populares sobre el proletariado. La burguesía media vasca, apoyándose en los sentimientos nacionales, ha podido organizar sindicalmente a un contingente significativo de trabajadores. Y la pequeña burguesía, debido a su vinculación histórica con la clase obrera, a la que trasvasó varios elementos de su concepción del mundo, tuvo un enorme peso político sobre ella hasta la guerra civil. Sobre esta particular, resulta ilustrativa la conflictiva relación entre la CNT y los partidos republicanos, especialmente en Cataluña, en la que éstos últimos dependieron para gobernar, tanto en 1931 como en 1936, del voto “apolítico” de los anarcosindicalistas. Hoy en día, mientras el viejo anarquismo ha quedado reducido a una tendencia minoritaria, el nacionalismo radical y algunas tendencias semianarquistas, logran atrae a un pequeño porcentaje de trabajadores.



La política encaminada a realizar la unión de los trabajadores debe subrayar, por lo tanto, los intereses vitales concretos de toda la clase, considerando sus aspiraciones y su nivel de comprensión de cada momento. Es decir, debe enfocar la lucha por el objetivo principal en cada circunstancia, para encontrar un terreno común a las diferentes tendencias y movilizar a los trabajadores no organizados.



En segundo lugar, es preciso establecer, siempre que sea posible, acuerdos por arriba, o sea, acuerdos formales entre los organismos dirigentes del conjunto de fuerzas obreras, ya sean políticas, sindicales u otras. Durante bastantes años, los comunistas españoles, como de hecho, los demás comunistas europeos, defendieron una concepción del frente único del proletariado que consistía en proponer unas condiciones inaceptables para los dirigentes de las otras organizaciones obreras, acusarlos, entonces, de traición ante sus bases e intentar atraer a éstas. Con ello, lo único que lograron fue una merecida fama de sectarios y el ir a remolque de los acontecimientos. Así, cuando en 1933 se constituyó la Alianza obrera, impulsada por los socialistas ante el avance electoral de la derecha, el PCE, que sigue discurseando sobre el frente único queda al margen y no se incorporará al movimiento unitario real de masas hasta unos meses más tarde. La Alianza respondió a una aspiración de masas resumida en la famosa sigla ¡UHP! (¡Unión, Hermanos Proletarios!) y fue el precedente de los acuerdos entre partidos obreros y sindicatos formalizados en los años del Frente popular. Sin embargo, tanto en un caso como en el otro, la unión no se consolidó lo suficiente para poder resistir con garantías de éxito a la acometida unificada de la reacción. Ni antes de la guerra ni en el curso de ésta se consiguió la unificación entre UGT y CNT, y la unidad de acción entre socialistas y comunistas tuvo bastantes fallos.



En tercer lugar, es necesario impulsar la unidad por la base, si otras fuerzas obreras adoptan una actitud cerrada, antiunitaria, y no se debe esperar simplemente a que cambien de parecer. Ahora bien, en esta caso el frente único por la base tiene que plantearse también como meta alcanzar la unidad por arriba. En los años 60, en la lucha por el salario y los derechos democráticos elementales, surgió el movimiento unitario de Comisiones obreras que se convirtió muy pronto en la única fuerza sindical y política con carácter de masas. En CC.OO participaron militantes de casi todas las tendencias, pero el PSOE no renunció a mantener la sigla UGT como brazo sindical propio a pesar de su total ineficacia, y procuró, además, aislar a los comunistas. Así, en unas condiciones en que ni UGT ni CNT fueron capaces de reconstruirse en la ilegalidad y en que se persistía en marginar a los comunistas, CC.OO llegó a funcionar casi como un sindicato único, y, gracias a su representatividad, contribuyó al fracaso de los proyectos antiunitarios del PSOE hasta poco antes de la muerte de Franco.



Y en cuarto lugar, cuando una fuerza obrera actúa en lo esencial favoreciendo al mayor enemigo del pueblo, hay que combatir a la dirección de esta fuerza con las formas de lucha apropiadas a la situación, procurando separar la dirección de la base y ganar a ésta. En este caso, la unidad del proletariado sólo se puede lograr a condición de derrotar a los que sirven consciente o inconscientemente al enemigo. En tres momentos históricos fuerzas de base obrera prestaron un servicio útil al enemigo: el PSOE cooperando con la Dictadura de Primo de Rivera; el POUM y una parte de los anarquistas realizando un levantamiento armado con objetivos ultraizquierdistas en el campo republicano en mayo de 1937; y un sector de socialistas y militares, con Besteiros y el coronel Casado a la cabeza, sublevándose contra el gobierno de Negrín al final de la guerra civil, para entablar negociaciones con Franco. Al examinar la actuación de los comunistas, se ve que hubo algunos fallos que impidieron total o parcialmente salir airosos de esas tres situaciones. En el primer caso, es evidente que la debilidad del PCE a consecuencia de la represión y de su inestabilidad interna limitó el alcance de su lucha contra el colaboracionismo del PSOE, a pesar del viraje reaccionario de éste. Respecto al POUM, si bien se consiguió lo esencial, o sea, neutralizar el levantamiento armado, esa victoria no se acompañó de una labor eficaz para ganar a su base y a los trabajadores que lo apoyaban, al etiquetar a este partido de “fascista” y al dejar a Andreu Nin, su secretario general, en manos de los servicios soviéticos de seguridad en vez de llevarlo ante los tribunales republicanos, como se hizo con otros dirigentes. En cuanto la sublevación dirigida por Casado y Besteiro, se hizo seguramente todo lo que se pudo por sofocarla, pero un cierto retroceso en la influencia de masas del PCE, a causa de insuficiencias y errores en su trabajo anterior, no permitió superar una situación en la que los entreguistas se apoyaban en una pasividad y desmoralización creciente tanto en las clases trabajadoras como en el ejército.



Igual que en el caso de las alianzas populares, la unión del proletariado precisa, para consolidarse, el despliegue de varias formas de democracia, tanto representativa como asamblearia, según cuales sean la situación política y el ámbito en que se concreta la unión; debe tener en cuenta la relación entre el espacio español y el de cada nacionalidad; y debe proponerse también la intervención en las instituciones del Estado en la medida de las posibilidades existentes.

Debido a la naturaleza de la labor sindical –defender intereses económico-sociales de los trabajadores y proporcionarles una primera educación solidaria y clasista a partir de su lugar en la producción, la distribución, etc.-, es posible a veces impulsar la cooperación entre distintas centrales sindicales o, incluso, avanzar hacia su unificación con una relativa independencia del grado de acuerdo existente entre los partidos obreros. Pero la experiencia española indica hasta hoy más bien lo contrario, o sea, la estrecha ligazón entre lo sindical y lo político. El establecimiento de un comité de enlace entre UGT y CNT fue paralelo a la cooperación entre socialistas y anarquistas en el gobierno de Frente popular; el desenvolvimiento de unas CC.OO que hacían a veces las funciones de sindicato único se acompañó a una iniciativa creciente del proletariado y de la hegemonía de los comunistas en el movimiento antifranquista, mientras la actual división entre CC.OO. y UGT está en consonancia con un retroceso político de la clase obrera y de la influencia de los marxistas.

La garantía mayor para crear o mantener una central única reside siempre en el progreso político de nuestra clase; ahora bien, bajo condiciones políticas adversas, a la vez que se buscan las formas posibles de unidad de acción, hay que persistir en el objetivo de la unión sindical, ya que ésta responde a las necesidades elementales de la inmensa mayoría de los trabajadores, tanto más cuando aquí el capitalismo monopolista condena permanentemente al paro a un porcentaje de trabajadores comprendido entre el 10% y el 20% de la población activa, los subsidios sólo cubren a una parte de los parados, el salario real es bajo, no existe una política de bienestar social comparable con la de los países europeos más avanzados, etc. En particular, es importante que los marxistas aprendamos a no impulsar nunca más la escisión sindical, practicada a comienzos de los años 30 por el PCE y, a comienzos de la transición, por el PTE y la ORT; a promover incansablemente la vida democrática en el sindicato en vez de trabajar en círculos reducidos; y a ganar una posición dirigente gracias a lo acertado de nuestra acción y no por otros recursos.

La llamada economía sumergida incluye fenómenos distintitos, desde la ocultación total o parcial de actividades económicas hasta el crimen organizado y sus conexiones con el mundo empresarial. La ocultación de actividades efectuada por empresas grandes o medianas pretende maximizar beneficios, sobre todo mediante la sobreexplotación de unos trabajadores indefensos ante la perspectiva del paro. Fue una práctica tolerada desde el momento en que empezó la caída del excedente empresarial a mediados de los 70, siguió siéndolo después a pesar de que este excedente volvió a subir, y sigue siéndolo ahora. La incapacidad de dar empleo a una parte importante de la población activa y las dificultades de una número elevado de inmigrantes para normalizar su situación, pero también el agudo conflicto entre grandes empresas y pymes, explican la proliferación de pequeñas empresas totalmente o parcialmente ilegales, así como la extensión del trabajo a domicilio y de varias formas de contrata entre empresas legales e ilegales. En cuanto al crimen organizado (trafico de capitales, drogas, armas, mujeres, etc.), se constata su fuerte dependencia del exterior, tanto o quizás más que en la propia economía legal. Prescindiendo de factores políticos y sociales, la explicación económica de este hecho debe buscarse en lo siguiente: el sistema monopolista, al restringir la competencia en el propio país, da pie a que aparezcan las formas antes citadas de competencia “desleal” de la que algunas grandes empresas también se benefician a través del mecanismo de la subcontratación de actividades. Estas, junto con otras prácticas fraudulentas, generan a su vez unos beneficios no declarados. Una parte de ellos se convierten en activos financieros, como los pagarés del Tesoro, pero su rentabilidad suele ser baja; y para incrementarla, se puede recurrir a una de estas dos vías, según el riesgo que se asuma: la evasión de capitales, por medios contables por ejemplo, como la que practican numerosas empresas del país y multinacionales, o la conexión con las mafias.


Los marxistas somos anticapitalistas. Luchamos, pues, por realizar el socialismo y el comunismo. Pero la liquidación definitiva del capitalismo no es un objetivo al alcance de la mano en la presente coyuntura. Por otra parte hay otras fuerzas sociales, además de la clase obrera y las restantes clases trabajadoras, interesadas en mayor o menor grado en poner fin al poder detentado por la burguesía monopolista española y en acabar con las injerencias imperialistas. Esto nos puede permitir luchar por una democracia de nuevo tipo que materialice los intereses comunes del proletariado con todas las demás clases sociales y capas sociales opuestas al actual dominio de la burguesía monopolista y a las intromisiones del imperialismo y de las grandes potencias.


El poder del Estado es el objetivo central al que debe apuntar la lucha de todas las clases dominadas en España para mejorar radicalmente su situación. Pero las posibilidades de esas clases en lucha por el poder son muy desiguales, debido a la misma desigualdad que existe en sus condiciones de existencia. La situación de clase en las relaciones de producción, su peso numérico, la concentración o la dispersión de sus efectivos y sus tradiciones ideológicas y organizativas, determinan su fuerza potencial y sus limites en el enfrentamiento con la burguesía monopolista y su Estado.

Partiendo de los rasgos objetivos de cada clase en la actualidad y teniendo presente también su evolución histórica, sobre todo, en el siglo XX, se llega a la conclusión de que las contradicciones de clase más importantes en España son, en primer lugar, las que enfrentan a la burguesía monopolista y al imperialismo con el proletariado, con la pequeña burguesía y con la burguesía media; segundo, las que oponen la burguesía media y la pequeña burguesía al proletariado; y tercero, las que dividen en ciertos momentos a la burguesía monopolista internamente. Así, a efectos de la lucha política, grupos sociales como los funcionarios o los intelectuales e, incluso, el semiproletariado aparecen ligados a una u otra de las clases citadas más arriba o se dividen respecto a ellas.

Aquest escrit recull les meves aportacions al program electoral de les eleccions europees. El redactat en negre reflecteix la proposta inicial del document. Els suggeriments d'ampliació que proposo apareixen en vermell:


El capitalismo monopolista introduce numerosas novedades en el mapa de las clases sociales en España. Por un lado, consuma la división de la burguesía en dos fracciones bien definidas e integra en una de ellas a los grandes terratenientes. Por otro, amplía enormemente la clase obrera o proletaria a costa, sobre todo, del campesinado, modifica la composición interna de la pequeña burgue­sía, del proletariado y del semiproletariado, y cambia también la relación de las distintas clases con varios grupos sociales. La distribución y los rasgos básicos de las clases y grupos sociales son los siguientes :

Els governs dels EUA i la UE s’han carregat en pocs dies aquests dos principis: “ el mercat s’autoregula en l’essencial” i “la propietat pública és un anacronisme”, que, amb intensitat variable segons el país, havien guiat el món occidental durant els dos últims decennis. Ara, el problema és que la intervenció pública massiva europea i americana s’orienti cap al sanejament de la banca, tocant mínimament el poder econòmic de la gran burgesia financera, és a dir: avals públics al crèdit, compra d’actiu “tòxics”, préstecs a interès zero, participacions accionarials minoritàries o nacionalitzacions amb comprimís de revenda un cop sanejada la situació.


Davant d’això, partint dels principis: “el mercat no s’autorregularà tot sol” o “la propietat pública és essencial per regulat els sectors clan de l’economia, i representa en aquests moments els interessos no sols de les classes treballadores sinó també d’una part important de la burgesia”. Hem de defensar que la immensa aportació de recursos públics per salvar els bancs tingui contrapartida de defensa de l’interès general. Per exemple, si el govern espanyol considera que avalant les operacions de crèdit, n’hi ha proa, nosaltres hem de propugnar que l’orientació política de crèdit sigui pública o consensuada amb els agents socials.

Nota.- Esmena presentada als documents de la sectorial d’economia i treball d’ICV

Sense el control públic del sistema financer no hi ha sortida progressista de la crisi, ni nova política econòmica, ni nou model de res.


Aquesta afirmació es basa en això: el Banc d’Espanya, sota la direcció de L.A. Rojo, va fer els deures el 2000 i va regular el que podia regular: exigència de provisions bancàries altes i criteris més estrictes sobre el crèdit. La regulació del Banc d’Espanya ens ha estalviat el crac financer, però no pas la bombolla immobiliària ni el dèficit exterior del voltant del 10% del PIB. La banca no va fer ni cas de les exigències del regulador de restringir el crèdit hipotecari.

 


De 2004 fins ara ressalten els fets següents: l’actual crisi financera, la tendència cap a un nou ordre econòmic internacional, l’enquistament de les guerres i els conflictes del Pròxim Orient i l’expansió de l’OTAN cap a l’est.

Lactual crisi financera

El 2007, l’esclat de la bombolla immobiliària als EUA fa trontollar tota la banca, i un sistema financer sense control amplifica i transmet la crisi a tot el món. A Europa, es produeix una situació relativament semblant amb l’esclat de bombolles immobiliàries a Irlanda, Gran Bretanya i Espanya. L’afectació d’uns recursos que pugen al voltant del 20% del PIB de la UE, aprovada pels governs europeus, per nacionalitzar una part de la banca o avalar-ne els préstecs interbancaris i l’emissió de deute, assenyalen la dimensió del problema.



Aquesta crisi posa de manifest, entre altres lliçons, que:

- la important socialització de la propietat practicada durant els últims tres decennis al món occidental (milions de petits accionistes directes, o bé indirectes per mitjà de fons de pensions) ha permès superar la situació d’estancament i inflació de la segona meitat dels anys setanta, però la privatització d’una gran part del sector públic i la desregulació del mercat financer, tant dins de cada Estat com al pla internacional, no permeten atenuar els efectes de les crisis cícliques.

Cap a un nou ordre econòmic internacional
El fet positiu més important d’aquests anys és l’intens desenvolupament econòmic dels països del Sud amb més població, com ara la Xina, l’Índia o el Brasil, i d’algun altre com Rússia, que ha fet sortir de la pobresa centenars de milions de persones, gràcies a combinacions molt diferents en alguns d’aquests països de propietat pública, col·lectiva, privada i individual, de planificació indicativa i mercat, i de recursos propis i inversió estrangera.

Els efectes del desenvolupament xinès i indi, principalment, han estat:

- l’augment de la demanda de primeres matèries, hidrocarburs i aliments, que, com hem dit abans, ha mantingut o elevat el preu d’aquests productes i ha ajudat al progrés econòmic experimentat sobretot per molts països de l’Amèrica Llatina.

- l’aparició significativa d’un eix Sud-Sud: acords comercials i inversions importants i creixents entre la Xina i l’Índia i un seguit de països americans i africans.

- la formació per primer cop d’empreses multinacionals basades en el Sud que absorbeixen grans empreses europees o americanes. La gran siderúrgia índia Mittal és l’exemple més espectacular.

- unes grans reserves de divises, que han finançat l’endeutament creixent dels EUA,i que junt amb el potencial de demanda exterior que comportarà el desenvolupament progressiu de les àrees rurals de l’Índia i la Xina, són ja ara un factor d’estabilitat financera i poden complir aviat una funció reguladora anticrisi al pla mundial.

De moment, tal com assenyala la presència de la Xina, l’Índia i el Brasil, entre altres, a la cimera sobre finances del 15 de novembre a Washington, els principals països delSud ja no poden ser marginats quan les potències occidentals han de prendre decisions d’envergadura. Ben aviat, el pes econòmic d’aquest grup de països superarà el dels occidentals, i les regles del joc de la globalització basada en la llei del més fort, com l’hem coneguda a partir de la descolonització, començaran a canviar.
L’enquistament de les guerres i els conflictes del Pròxim Orient

Es tracta principalment de:

- la continuació de les guerres d’ocupació a l’Iraq i l’Afganistan, de la colonització de Cisjordània i la consolidació de la Franja de Gaza com un immens ghetto.
- l’ocupació militar de curta durada del sud del Líban per Israel.
- l’amenaça de guerra contra l’Iran, definida en aquests moments com la possibilitat de raids israelians contra instal·lacions nuclears o militars, semblants al bombardeig israelià de fa temps contra un reactor nuclear a l’Iraq.

Pel que fa a la implicació europea en aquesta regió, les novetats consisteixen en això:

- sense deixar d’estar presents a l’Iraq, les tropes de molts països europeus tenen un pes cada cop més important a l’Afganistan.
- la UE s’alinea amb els EUA i Israel en el tractament de Hamas com a grup “terrorista” i també és responsable doncs del càstig col·lectiu imposat contra el milió de persones que malviuen a la Franja de Gaza.
- durant l’ocupació del sud del Líban, tres dels quatre representants de països de la UE al Consell de Seguretat de l’ONU voten no o s’abstenen respecte a l’exigència d’alto el foc a Israel.

L’expansió de l’OTAN cap a l’est

Als anys noranta els governs dels Estats implicats en l’OTAN van assegurar que no hi havia cap propòsit d’expandir aquesta aliança, en particular cap als nous Estats que havien format part de l’URSS.

Al final de l’última guerra balcànica, amb l’ocupació de Kosovo, l’OTAN va formalitzar el que acabava de posar en pràctica, és a dir, una intervenció fora de l’àmbit territorial dels seus membres, no motivada pas per cap amenaça d’agressió sinó basada en l’anomenat “dret d’ingerència humanitària”. En aquell moment, l’aplicació d’aquest “dret” per l’OTAN es va limitar essencialment a l’espai europeu, mentre que els EUA s’atribuïen l’aplicació d’aquest mateix “dret” al Pròxim Orient.

El 1999 es va produir la primera ampliació d’aquesta aliança militar amb l’entrada de tres Estats de l’antic Pacte de Varsòvia; dels set països que van entrar-hi el 2004, tres havien format part de l’URSS (Estònia, Letònia, Lituània); i dels cinc candidats a entrar-hi que hi han en aquest moment, dos també n’havien format part (Geòrgia i Ucraïna). Dels altres tres, dos són el resultat de les anteriors guerres balcàniques (Croàcia i Macedònia). Llavors, ara que la Guerra Freda ja és història i que l’OTAN agrupa 26 països i té cinc candidats a membre, quines són les seves funcions?

La primera, per ordre cronològic, ha consistit a ocupar el buit que hi havia hagut entre l’OTAN i el Pacte de Varsòvia, aprofitant els conflictes interns de l’exIugoeslàvia. Aquí convé afegir que, d’aquests conflictes, a part de tres nous membres de l’OTAN, n’han sortit com a mínim dos Estats inviables: Bòsnia i Kosovo, estructurats sobre bases ètniques més que no pas nacionals, supeditats a l’aportació financera de la UE i a la presència militar europea o americana; de fet, dos protectorats.

La segona, l’ús de tropes europees com a “contractistes” quan les forces americanes es troben sense efectius disponibles, o quan necessiten la cobertura d’una “aliança internacional” per legitimar les intervencions al Pròxim Orient.

La tercera, començar a establir l’encerclament militar de Rússia, com a mesura preventiva, davant el procés de recuperació econòmica d’aquest país.

Aquesta última funció s’ha anat fent visible progressivament:

- l’acord de Polònia i Txèquia a la instal·lació d’un sistema de míssils en aquests dos països, orientat a “interceptar míssils provinents de l’Iran”.
- l’aplicació d’un sistema de doble mesura en els conflictes dels Balcans i del Caucas: mentre que l’OTAN considera que Abkhàzia i Ossètia de Sud són simples territoris autònoms de Geòrgia, ha atribuït a Kosovo el dret a la independència, encara que en els documents firmats per la UE i l’OTAN al final de la guerra contra Sèrbia hi hagi el compromís formal de trobar una solució per a Kosovo dins el marc de la sobirania de Sèrbia.
- l’aventura militar del govern georgià d’aquest agost passat, mirant de canviar amb un raid fulminant l’estatu quo dels dos territoris autònoms, separats de fet per les forces russes de pacificació, i neutralitzada per una reacció contundent de Moscou.

L’aventura georgiana, preparada meticulosament amb el transport de tropes georgianes d’ocupació de l’Iraq i que ha comptat també amb l’ajut d’Israel, sembla més aviat un tempteig indirecte de la capacitat de resposta russa, abans d’acabar d’absorbir les exrepúbliques soviètiques de Geòrgia i Ucraïna dins l’Aliança Atlàntica.



- fins i tot una certa regulació del mercat financer (exigència de reserves més altes, condicions més restrictives per als crèdits i hipoteques), sense instruments públics més sòlids (banca, propietat del sòl), no pot impedir que la inversió immobiliària s’orienti a l’especulació, en comptes de fer-ho a les necessitats de la població. Aquesta és una lliçó específica del cas espanyol.


D’altra banda, hi han tres factors negatius més, connectats en un sentit o un altre amb la crisi financera: la tendència a la recessió; l’encariment de les primeres matèries, els hidrocarburs i els aliments; i l’aparició d’un nou entrebanc per al comerç mundial.


En proporcions molt diferents en cadascun dels principals països occidentals, la pujada de l’interès de les hipoteques i d’altres crèdits d’interès variable, la congelació de crèdit nou a persones i empreses, l’enfonsament del sector immobiliari i, en un primer moment, l’encariment de les primeres matèries, hidrocarburs i aliments, han disminuït el consum, cosa que ha tendit també a frenar o disminuir els beneficis empresarials i a fer lliscar el món occidental cap a la recessió.


L’encariment de les primeres matèries, els hidrocarburs i els aliments ha tingut almenys tres causes. Una de positiva per a molts països del Sud exportadors d’aquests productes: la demanda creixent, sobretot de la Xina. I dues de negatives: l‘ús d’una part dels cereals, sobretot als EUA, per produir biocombustibles; i el desembarcament de capital especulatiu en els mercats de futurs basats en l’estimació del preu de les matèries primeres d’aquí a un cert temps. Ara, la tendència a la recessió ha fet baixar la demanda d’aquests productes i també els preus, cosa que, d’una banda, frena la inflació, per exemple a la UE, i de l’altra, perjudica els països exportadors del Sud.


Acaba de fracassar l’anomenada ronda de Doha de l’Organització Mundial del Comerç, és a dir, les negociacions mantingudes de fa anys per incrementar el comerç internacional, a partir d’acords multilaterals per reduir subvencions, aranzels i altres obstacles. La causa principal és la resistència dels EUA i la UE a posar fi escalonadament a les subvencions massives de les seves exportacions agroalimentàries, que han arruïnat molts agricultors de l’Àfrica i l’Amèrica Llatina. En un moment com ara, aquest fracàs continua entrebancant el desenvolupament agrari de molts països del Sud, afavorint l’emigració de supervivència cap als països del Nord, i, frenant l’expansió del comerç mundial, també dificulta la sortida de la crisi per als països del Nord.






Si hemos de hacer caso de los críticos del marxismo, hablar hoy de Marx es un ejercicio inútil. Según ellos, el pensamiento de Carlos Marx es una antigualla, no sirve. Todo lo más, algunos aspectos de sus trabajos tienen interés limitado dentro de las ciencias sociales, pero el genero de su teoría no sólo es erróneo sino dañino para la humanidad.

Es posible sintetizar las experiencias en la construcción del socialismo, a partir de los fracasos que han sufrido varios países y de las reformas que llevan acabo otros. Existen cuatro puntos fundamentales en los que podemos coincidir la mayoría de los marxistas:

*Un socialismo como sistema económico abierto, basado en la coexistencia de varias formas de propiedad, con la pública como dominante.

*Un socialismo que tome formas muy distintas, de acuerdo con las condiciones peculiares de cada país, tanto en lo político –partido único o pluripartidismo- como en lo económico – mayor o menor peso de la propiedad pública, etc.-


Actualmente los mismos que tienen el poder decisivo en el Estado español lo tiene en Catalunya, aunque aquí la relación de fuerzas es algo distinta de la que se da en todo el Estado. La manifestación más clara de esta realidad la tenemos en el debate que ha envuelto al Estatut: su tramitación y aplicación facilita en parte la actuación de las fuerzas populares y, al mismo tiempo, amplía las posibilidades de conflicto ente el PP, minoritario en Catalunya, y los demás partidos.


Está claro que en último extremo la actuación de los partidos y de las clases en Catalunya responderá a los intereses en juego a nivel estatal y que los mismos partidos burgueses nacionalistas y los socialdemócratas del PSOE actuarán en las batallas más importantes de acuerdo con la relación de fuerzas en toda España prescindiendo de su relativa ventaja aquí. En caso contrario, se escindirán.


Con todo, podemos afirmar que el aislamiento del PP presenta en Catalunya mayores facilidades, y que esta consideración debe tenerse en cuenta al establecer la táctica.


El programa de acción de los marxistas en Catalunya debería ser esencialmente el mismo que en el resto del Estado, pero se deben detallar cuáles son hoy los aspectos más importantes de la lucha por las libertades nacionales.


La orientación estratégica de esta lucha es la conquista del derecho a la autodeterminación, a la vez que propugnamos la absoluta igualdad de las nacionalidades en una República democrática y federal. La táctica en estos momentos es defender el actual Estatut y desarrollarlo con aquellas atribuciones logradas, allanando el camino a la autodeterminación.


Cada una de las atribuciones del Estatut está vinculada a la defensa de los intereses obreros y populares, tanto políticos como económicos y sociales. Así lo debemos explicar esencialmente a los trabajadores inmigrados, para que entiendan que las libertades nacionales son inseparables, como lo fueron bajo el franquismo, de la conquista de sus reivindicaciones y de sus intereses históricos. Es necesario también aclarar tres cosas:

1. La ampliación de los márgenes de autonomía en Catalunya va a repercutir favorablemente sobre las otras autonomías, del mismo modo que el Estatuto catalán y el vasco representaron en su día el punto de referencia para los que se negociaron en otros sitios.


2. Por otro lado, si bien los marxistas defendemos las más amplias atribuciones autonómicas para las distintas regiones de la nacionalidad castellana, en Catalunya y el resto de nacionalidades oprimidas combatimos por el derecho a decidir su propio futuro. Sin explicar que aquí existe una opresión nacional, un intento de borrar una cultura, una lengua, una conciencia histórica,… se caería en el oportunismo.


3. Pero no podemos olvidar que  los marxistas no podemos ejercer en estos momentos la dirección del campo popular, tan sólo es posible hacerlo alrededor de algunas luchas y únicamente en ciertas partes del territorio.


Por último, el programa de acción debería incluir la exigencia de que se cumplan del modo más rápido y satisfactorio los traspasos de servicios estatales a la Generalitat. Para movilizar al pueblo por las libertades nacionales hay que empezar organizando la oposición a los intentos de recortar el vigente Estatut.

El marxismo es una herramienta de conocimiento social que sólo puede ser asimilada, manejada y enriquecida por aquella parte de la sociedad vitalmente interesada por acabar con la opresión y la explotación clasista. De hecho, se ha convertido en la primera teoría social capaz de explicar científicamente su ligazón con una clase, el proletariado, y con los países oprimidos. Por esta razón, las clases explotadoras no pueden hacer otra cosa que combatirlo, aunque a veces se inspiren en alguno de sus elementos, como el recurso a distintas formas de socialización de la propiedad, ya sean las nacionalizaciones, hace décadas o el accionariado popular, más tarde.

Todas las demás teorías científicas han nacido vinculadas también al desarrollo de una u otra clase social. En los siglos XVII y XVIII, la aparición de las modernas ciencias de la naturaleza fue inseparable del ascenso de la burguesía como clase que necesitaba apoyarse en esas ciencias, desgajarlas de la mezcla de conocimientos prácticos, creencias mágicas y religiosas que dominaron en siglos anteriores, para edificar un tipo de sociedad capaz de revolucionar constantemente la producción, gracias a las innovaciones técnicas. Muchos científicos pagaron con la vida su audacia de poner en duda las creencias del viejo mundo feudal. Sólo más tarde, con el feudalismo casi barrido de la Tierra, la física, la química o la biología han pasado a ser patrimonio común de la humanidad.


Pero en el caso del marxismo existe una relación mucho más estrecha con el proletariado. Mientras la burguesía podía teñirse de mentalidad y política feudales y reducir el impacto revolucionario de las ciencias naturales al terreno exclusivo de la técnica y la producción, los trabajadores dependen totalmente del marxismo para alcanzar el poder y avanzar en su liberación: ninguna otra teoría social guió las dos grandes oleadas revolucionarias del siglo pasado ni inspira hoy en día la construcción de un socialismo embrionario en una serie de países que engloban a más de la quinta parte de la humanidad.

No puede haber, pues, movimiento obrero plenamente consciente de sus intereses que no sea marxista, y el marxismo, o las tesis teóricas de los comunistas -como señalan Marx y Engels en "El Manifiesto"- "no se basan en modo alguno en ideas o principios inventados o descubiertos 'por tal o cual reformador del mundo. No son sino la expresión del conjunto de las condiciones reales de una lucha de clases existente, de un movimiento histórico que se está desarrollando ante nuestros ojos".

A pesar de sus errores y retrocesos, de la misma confusión que hoy existe sobre la utilidad del marxismo, ninguna otra concepción del mundo y teoría social puede atribuirse la representación de los intereses del proletariado durante más de un siglo y a escala mundial.

LA VERDAD DEL MARXISMO ESTA EN LOS HECHOS

Para establecer su vínculo esencial con el movimiento obrero, el marxismo tenía que dar una respuesta satisfactoria al viejo problema filosófico de la relación entre teoría y práctica, entre pensamiento y acción: ¿en qué consiste la verdad de una teoría?, ¿de dónde provienen las ideas?. Y esto es algo que la burguesía revolucionaria no podía resolver puesto que, para instaurar su poder y mantenerlo, tenía que jugar con doble baraja: defender el principio de igualdad, como derecho igual para todos a ser patrón u obrero, como identidad de derechos para todas las naciones, por un lado, y, por otro, hacer lo necesario para que la minoría de patronos imponga su ley a la mayoría de obreros, y para que las naciones más fuertes opriman a las más débiles.

El marxismo, en cambio, puede proclamar ese principio revolucionario que la burguesía sólo acepta en el terreno de las ciencias naturales: la verdad de toda teoría está en los hechos. De esta manera, el marxismo -o el movimiento marxista- es capaz de encajar, sin desmoronarse, los cambios constantes en la realidad, y puede dar cuenta de sus mismos errores cuando una experiencia práctica concluyente deja en falso algunos de sus planteamientos.

Al afirmar que la práctica es, por regla general, lo determinante, la fuente de que nace todo pensamiento, y el rasero por el que se mide la verdad de éste, el marxismo es materialista y está a la escucha de la realidad.

Y gracias a este materialismo, el movimiento marxista o una parte de él ha escapado una y otra vez de la tentación dogmática, se ha orientado en las situaciones más difíciles y complejas y ha actuado en consecuencia. Tal fue el caso de Lenin cuando defendió la posibilidad de tomar el poder en un país atrasado, frente a aquellos marxistas que repetían que la revolución tenía que empezar en el occidente capitalista desarrollado porque así lo había escrito Marx.

UNA GUIA PARA LA ACCIÓN

Pero si la verdad no está en la cabeza de la gente, sino que se manifiesta por medio de la práctica, ¿cómo puede el pensamiento mandar, dirigir, o guiar la práctica? He aquí un asunto en el que se embrollan muchos intelectuales críticos, espiritualmente marxistas. Algunos sostienen que el análisis marxista no puede determinar ninguna línea de acción y sólo sirve de estímulo moral al revelar la miseria de hoy y permitir vislumbrar un futuro libre para la humanidad. Nos proponen, de hecho, que dejemos en manos de otros el tomar las decisiones prácticas políticas y económicas, con lo cual volvemos a encontrar la vieja impotencia de la burguesía revolucionaria para ligar teoría y práctica.

El movimiento marxista, en cambio, sostiene que la teoría recoge las leyes según las que se mueve una sociedad, o sea las formas regulares con que aparecen, se desarrollan, se influyen entre sí y mueren los diferentes ingredientes de la sociedad: las clases, el Estado, los factores económicos, las ideas y comportamientos,..., y gracias a ese conocimiento extraído de la práctica se puede orientar la misma práctica de una manera mucho más precisa, mucho menos ciega que antes para que concuerde con el movimiento de la sociedad y facilite el nacimiento de lo avanzado, en vez de oponerse a su despliegue. En esto radica en general la función de guía para la acción que posee la teoría marxista.

DIALÉCTICA Y REVOLUCIÓN

Ahora bien, hay algo más que añadir respecto de la influencia del pensamiento sobre la acción y la realidad social: en ciertas condiciones, el papel determinante no lo desempeña la práctica sino precisamente la teoría, el pensamiento. Por ejemplo, la práctica revolucionaria de los trabajadores es anterior al nacimiento del marxismo, pero, por tratarse de una práctica influida por las distintas corrientes burguesas o pequeño burguesas revolucionarias, no podía llevar al movimiento obrero hacia la victoria. Entonces, la aportación teórica de Marx cumplió una función determinante cuyos resultados se empezaron a obtener en el siglo XX.

Esto nos lleva a una reflexión más general. Por lo común, es el funcionamiento economicosocial (las condiciones objetivas) lo que se impone sobre la disposición consciente de los hombres para cambiar la sociedad (las condiciones subjetivas). Pero, a veces, ocurre exactamente lo contrario: la acción consciente de una o más clases trastoca el funcionamiento social y genera una nueva sociedad. Lo subjetivo pasa a ser objetivo: un rasgo típico de las situaciones revolucionarias, a las que el marxismo es capaz de responder porque concibe la realidad como unidad de dos aspectos opuestos en constante movimiento, en que ambos aspectos se condicionan, se influyen mutuamente, y en que, bajo ciertas circunstancias, el aspecto normalmente secundario se convierte en su contrario, pasa a ser el principal.

MARXISMO Y LUCHA DE CLASES

Y el marxismo ¿acaso no es una unidad de contrarios? Sí, lo es. Es una unidad de teoría y práctica, de teoría y movimiento de clase. Pero también es una unidad de corrientes diversas. Lo fue en la II Internacional entre socialistas de varias tendencias, fundamentalmente entre reformistas y revolucionarios, antes de que esta unidad estallase a raíz de la I Guerra Mundial y de la victoria de la Revolución de Octubre. Lo fue incluso en la III Internacional, mucho más unificada. Y más tarde, la oposición entre estas diferentes tendencias se agravó hasta llegar al conflicto abierto entre ellas y a sucesivas rupturas de la unidad anterior. Entre las causas que provocaron tales divisiones están las actitudes dogmáticas -como se dijo antes- y empiristas (que sólo ven los hechos aislados entre sí), y está la incomprensión de la unidad de los contrarios por ejemplo, de la unidad entre lo subjetivo y lo objetivo. A veces, una parte del movimiento marxista, rechazando la necesidad del golpe de timón de las fuerzas revolucionarias, ha reducido el cambio social a la maduración de las condiciones objetivas. Su determinismo le ha convertido en espectador de la revolución o, aún peor, en cómplice de los reaccionarios. En otros casos, ha habido marxistas que creyeron que la revolución estaba al alcance de la mano, que los revolucionarios podían apretar a placer el acelerador de la historia y provocar el cambio a medida de su voluntad y su esfuerzo. Y ese voluntarismo, esa fe ciega en la fuerza de lo subjetivo, los ha aislado de los trabajadores o, incluso, ha dado pie a que fuesen manipulados.

En general, para el marxismo como para las ciencias naturales, es inevitable la aparición de puntos de vista distintos ante nuevos problemas y situaciones, lo cual da lugar a varias tendencias, opiniones o enfoques dentro de la unidad básica del movimiento marxista. Pero a diferencia de las ciencias naturales, excepto en parte la biología, el marxismo está sometido al fuego directo de la lucha de clases, y aquellos puntos de vista que no concuerdan con la realidad se convierten a veces en agarradera de las clases explotadoras para utilizar una parte de la teoría y del movimiento marxista en beneficio propio. De ahí que, en ciertos momentos, el desarrollo histórico del marxismo se manifieste en rupturas abiertas de su unidad.

Pero, gracias a su ligazón esencial con la clase obrera y con el movimiento de emancipación de los pueblos, a su concepción dialéctica del materialismo, el marxismo ha ido superando las visiones miopes, deterministas o voluntaristas, dogmáticas o empiristas, derechistas o izquierdistas que constantemente lo acechan. Ha trazado en cada circunstancia histórica una frontera tajante con las posiciones más dañinas para el progreso del socialismo nacidas de sus mismas entrañas, y ha enriquecido su patrimonio en cada una de estas rupturas.

Ante cualquier partido o pensador que proclame su adhesión al marxismo, siempre se debe preguntar a quién sirve hoy en concreto.

Nota.-Ponencia para la IV Conferencia Internacional La Obra de Carlos Marx y los desafíos del Siglo XXI. La Habana, del 5 al 8 de mayo de 2008)