Reacción, progreso social y lucha de clases.

Posted 22:47 by Ferran Fullà in Etiquetes de comentaris:

En España, durante las últimas décadas, cada vez que se ha logrado desplazar a la derecha del gobierno ha sido gracias a que un partido, el PSOE, ha canalizado los anhelos de cambio, de democratización de la población, y ha sido votado por obreros, campesinos, pequeños y medianos empresarios, funcionarios e intelectuales ¿Significa esto que la lucha entre reacción y contrareacción ha hecho desparecer la lucha de clases?. En todo caso, ¿Qué papel juega la contradicción entre el proletariado y la burguesía?, ¿Cómo se relaciona esta contradicción con las demás contradicciones sociales?

España: Estado multinacional y capitalista.

España, sus distintas nacionalidades, es desde hace ya muchos años un Estado donde el capitalismo está solidamente implantado, o sea en donde la contradicción que llamamos fundamental, opone la burguesía al proletariado. El papel fundamental de esta oposición significa que, en España, ningún problema importante puede ser zanjado sin avanzar a la vez hacia la completa emancipación de la clase obrera de la opresión que sufre bajo el capital. Por problemas importantes entendemos, por ejemplo, los siguientes: las crisis económicas periódicas con sus consecuencias de paro y liquidación de empresas; el crecimiento anárquico de las ciudades y el despoblamiento del campo; los desequilibrios ecológicos crecientes; la marginación social; la discriminación u opresión sobre las nacionalidades minoritarias; la subordinación económica o política a otras potencias.

El papel de la clase obrera.

Desde este punto de vista, se puede decir que las libertades conseguidas en las últimas décadas o lo que hoy puede lograrse a partir de progresos democráticos de la izquierda en las elecciones, serían conquistas perecederas si la clase obrera no avanzase en la construcción de su unidad política, no se desarrollase como fuerza social consciente, capaz de ir influyendo sobre el resto del pueblo y ganarse su confianza. Por ello afirmamos también que cuando la clase obrera encaja un retroceso político, la actual democracia se hace más vulnerable ante los ataque de los reaccionarios.Así, pues, la existencia de estas dos clases fundamentales y su lucha es la razón de que no pueda haber ninguna salida duradera realmente progresista a las dificultades políticas y económicas que no vaya acompañado de un salto adelante en la unidad, organización y capacidad política de la clase obrera. Y este papel que atribuimos a la clase obrera no es fruto de ningún deseo nuestro, de ninguna voluntad de moldear así las cosas, sino del resultado de la misma realidad social española. La experiencia de la guerra civil y del franquismo nos lo confirman.

La experiencia del antifranquismo.

Sin duda, la oposición entre burguesía y proletariado no es la única contradicción que hay en España. Los problemas antes señalados son otras tantas contradicciones. Pero hay más, muchísimas más; algunas se resulelven mientras otras surgen. Así, bajo el franquismo, los que se empeñaban en mantener la dictadura se enfrentaban al resto de la población que exigía libertades. Tal conflicto entre franquismo y democracia era, en aquellos momentos, el asunto político decisivo, lo que podemos llamar la contradicción en primer plano. En aquellas condiciones, la lucha entre burguesía y proletariado sólo podía saldarse con un vuelco favorable si el proletariado, haciendo causa común con el resto de las fuerzas antifranquistas era capaz de hundir el régimen. Al no haberse dado esta victoria contundente, sino una reforma del franquismo, se planteo posteriormente otra batalla: la lucha entre democracia y reacción, en una situación en la que las fuerzas democráticas crecieron en número pero contando con un proletariado debilitado en lo político y organizativo.

Franquismo, reacción…..¿qué clase o clases se esconden detrás de estos nombres?,¿se trata de la burguesía en su conjunto? No. La burguesía llegó a ser la clase dominante aquí siguiendo un camino muy tortuoso. No todos los sectores o fracciones de esta clase actuaron del mismo modo. Algunos unieron sus intereses con los de los terratenientes o con el capital imperialista extranjero; otros se apoyaron en la pequeña burguesía democrática e incluso en el proletariado naciente.

Esta diversidad de orígenes, sumada a la evolución y diferenciación posterior entre una gran burguesía que concentró en sus manos lo esencial del poder político, militar y económico, y otras fracciones que sólo poseen minúsculas parcelas de poder económico y social, explica la virulencia que han tenido y siguen teniendo los conflictos entre estas distintas burguesías. Y ahí tenemos un reflejo de estos conflictos en la mayoría de las elecciones parlamentarias: mientras la gran burguesía apuesta mayoritariamente por el Partido Popular, en Cataluña y Euskadi dan su apoyo mayoritario a los partidos nacionalistas. Y esas mismas burguesías o una parte de ellas se opusieron con mayor o menor decisión al franquismo. De ahí que la victoria franquista de 1939, las conquistas democráticas de 1977 o las batallas posteriores entre reacción y democracia obedecieran todas ellas a los movimientos, los avances o retrocesos de dos grupos de fuerzas sociales; por un lado, el que viene representado por la burguesía monopolista y sus apoyos imperialistas en el exterior, y por otro, el que llamamos pueblo, en el que incluimos desde la clase obrera hasta una parte más o menos amplia de la burguesía no monopolista. La oposición entre estos dos grupos de fuerzas es la clave que nos permite entender los últimos setenta años de nuestra historia. Esa es la contradicción principal en la España de hoy, la que tiene un carácter antagónico concreto, o sea, la que significa una lucha a muerte por el poder de uno u otro grupo.

La clase obrera y el resto del pueblo.

También, como ya vimos en el caso del franquismo, la clase obrera sólo puede avanzar hacia su emancipación, hacia su victoria sobre la burguesía, si es capaz de cooperar con el resto del pueblo en esta lucha contra el capital monopolista y el imperialismo, si es capaz de desbloquear el camino hacia el socialismo superando el principal obstáculo histórico que se le opone desde hace 70 años. Sean cuales sean los tumbos que vaya a dar en el próximo futuro la lucha de clases en España, la experiencia histórica y la presente realidad nos indica que ninguna base popular, excepto la lucha obrera, tiene la capacidad social suficiente para unir a todas las fuerzas progresistas y superar paso a paso todos los obstáculos que se oponen al cambio social. En otras palabras, ningún partido que se aleje de los intereses de la clase obreras, puede garantizar el éxito no sólo en la conquista y construcción del socialismo, sino también en la satisfacción de las más urgentes demandas de hoy en cuanto a afianzamiento de las libertades, defensa de las condiciones de vida, y salvaguarda de la independencia frente a los manejos imperialistas.

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